Un chico llamado Daniel Martín era alumno del Instituto Murgi, era novato, era el primer año que pasaba allí, venía de Balerma. El recién llegado conoció a otros chicos, hizo nuevos amigos: Alberto, Fran, Ángel, Pablo…
Un día Daniel y sus amigos, al entrar en el aula después del recreo, vieron que todo estaba revuelto: folios por el suelo y la pizarra rota. La culpa fue para la clase entera... Daniel, como todos los días, viajaba en autobús hasta Balerma y en el autobús pensaba qué podía haber ocurrido.
Al día siguiente, al volver del recreo, se encontraron con que los exámenes que dejó el profesor encima de la mesa habían desaparecido. Entonces el profesor sospechó que algún alumno de la clase entró para robarlos y evitar así el examen, pero durante el recreo la clase estaba cerrada con llave… También notaron unas extrañas manchas de color gris sobre algunas mesas.
Durante esa semana siguieron desapareciendo papeles de la clase y a Daniel Martín le ocurrió un extraño suceso: antes de ir al recreo se dejó el bocadillo encima de la mesa y cuando llegó estaba picoteado y sólo quedaba el chorizo; se lo comentó a sus amigos y hablaron con el director para que les permitiera quedarse el recreo siguiente entero, vigilando la clase, para saber quién era el que robaba los exámenes y se comía los bocadillos. Pero ese día no ocurrió nada, no descubrieron nada ni a nadie. Empezaron a pensar en fantasmas o en algún otro fenómeno extraño.
También se quedaron al día siguiente, pero esta vez escondidos en el armario. Esperaron impacientes más de veinte minutos y, cuando ya creían que no iba a suceder nada, escucharon un revuelo de folios arrugados… y salieron y se encontraron con por lo menos diez golondrinas, picoteando trozos de pan de la papelera y saliendo por las ventanas con folios en el pico.
Un día Daniel y sus amigos, al entrar en el aula después del recreo, vieron que todo estaba revuelto: folios por el suelo y la pizarra rota. La culpa fue para la clase entera... Daniel, como todos los días, viajaba en autobús hasta Balerma y en el autobús pensaba qué podía haber ocurrido.
Al día siguiente, al volver del recreo, se encontraron con que los exámenes que dejó el profesor encima de la mesa habían desaparecido. Entonces el profesor sospechó que algún alumno de la clase entró para robarlos y evitar así el examen, pero durante el recreo la clase estaba cerrada con llave… También notaron unas extrañas manchas de color gris sobre algunas mesas.
Durante esa semana siguieron desapareciendo papeles de la clase y a Daniel Martín le ocurrió un extraño suceso: antes de ir al recreo se dejó el bocadillo encima de la mesa y cuando llegó estaba picoteado y sólo quedaba el chorizo; se lo comentó a sus amigos y hablaron con el director para que les permitiera quedarse el recreo siguiente entero, vigilando la clase, para saber quién era el que robaba los exámenes y se comía los bocadillos. Pero ese día no ocurrió nada, no descubrieron nada ni a nadie. Empezaron a pensar en fantasmas o en algún otro fenómeno extraño.
También se quedaron al día siguiente, pero esta vez escondidos en el armario. Esperaron impacientes más de veinte minutos y, cuando ya creían que no iba a suceder nada, escucharon un revuelo de folios arrugados… y salieron y se encontraron con por lo menos diez golondrinas, picoteando trozos de pan de la papelera y saliendo por las ventanas con folios en el pico.
Entonces se revelaron todos los misterios: el agujero de la pizarra se produjo porque una golondrina chocó contra ella, y desaparecían los exámenes porque es un buen material para hacer los nidos, y el pan de los bocadillos es un buen alimento para las golondrinas y sus crías. En cuanto a las manchas grises... El director pidió disculpas a Daniel y sus amigos.
(José Daniel Martín Martín, 1º Bach. C)
(José Daniel Martín Martín, 1º Bach. C)