Tenía un mes de vida Miguel Hernández hace hoy cien años, y tendría toda su (breve) vida por delante. Viviría, como todos, perfectamente inconsciente de su porvenir. Desconocería ese día que conocería la pasión por la poesía, el menosprecio de la “clase poética”, el amor con Josefina, la guerra, la prisión, la enfermedad… Desconocería ese día que tan sólo 32 años después conocería la muerte. Recordamos en el IES Murgi a Miguel Hernández de una forma sencilla: leyendo sus poemas. Concretamente, seis. Simultáneamente en todas las clases, en las de literatura, pero también en las de biología, informática o automoción, al comienzo de cada hora de clase, en voz alta, en la voz de un profesor o de un alumno, de una profesora o de una alumna… a las ocho y cuarto, “Las abarcas desiertas”, a las nueve y cuarto, “Para la libertad (El herido)”, a las diez y cuarto, “Elegía a Ramón Sijé”, a las doce menos cuarto, “Tristes guerras”, a la una menos cuarto, “Tengo estos huesos…”, y a las dos menos cuarto, “Canción última”. En cuarenta aulas a la vez, con la intención de provocar una “conexión poética global”.
En algunas clases, los poemas de Miguel Hernández llegaron envueltos en la música de Serrat… O “Para la libertad”, por ejemplo, en la versión de Manolo García:
Ismail, de 1º bach A, nos recomienda este estupendo ‘Tributo a Miguel Hernández’ del rapero Nach: