CAPÍTULO I: Por la madriguera abajo
"Alicia empezaba a cansarse de estar allí sentada con su hermana a orillas del río sin tener nada que hacer. De vez en cuando se asomaba al libro que estaba leyendo su hermana, pero era un libro sin ilustraciones ni diálogos, «y ¿de qué sirve un libro —se preguntaba Alicia— que no tiene diálogos ni dibujos?».
Estaba la niña dándole vueltas en la cabeza (y eran unas vueltas muy lentas porque el calor de aquel día de verano le producía una extraña somnolencia) a la idea de ir a por margaritas para tejer con ellas una guirnalda de flores, sopesando el esfuerzo que le costaría cogerlas, cuando de pronto un conejo blanco con grandes ojos rosados se cruzó ante ella. En realidad no había nada de extraño en ello y Alicia no se sorprendió ni siquiera cuando le oyó decir:
—¡Ay, Dios mío, qué tarde se me está haciendo!
Y aunque más tarde, al recordarlo, le chocó que no le hubiera sorprendido, lo cierto es que en aquel momento le pareció de lo más natural. Y fue entonces cuando el conejo sacó un reloj de bolsillo de su chaleco para consultar la hora, antes de echar a correr de nuevo, y solo entonces se dio cuenta la niña de que nunca en su vida había visto un conejo con chaleco ni, mucho menos, con reloj de bolsillo.
Alicia se levantó de un brinco y, muerta de curiosidad, corrió por la pradera hacia el lugar donde se encontraba el conejo, y llegó justo a tiempo de verle desaparecer por una gran madriguera que se abría al pie de un seto.
Y no tardó Alicia en seguirle, sin pararse a pensar cómo se las arreglaría para salir de allí."
Ahora que las aventuras de Alicia vuelven a estar de moda gracias a la película de Tim Burton recién estrenada, es un buen momento para volver sobre este maravilloso libro (en los dos sentidos). Ahí tenéis el comienzo, según la edición de Anaya. Y aquí tenéis el trailer de la película:
Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton
"Alicia empezaba a cansarse de estar allí sentada con su hermana a orillas del río sin tener nada que hacer. De vez en cuando se asomaba al libro que estaba leyendo su hermana, pero era un libro sin ilustraciones ni diálogos, «y ¿de qué sirve un libro —se preguntaba Alicia— que no tiene diálogos ni dibujos?».
Estaba la niña dándole vueltas en la cabeza (y eran unas vueltas muy lentas porque el calor de aquel día de verano le producía una extraña somnolencia) a la idea de ir a por margaritas para tejer con ellas una guirnalda de flores, sopesando el esfuerzo que le costaría cogerlas, cuando de pronto un conejo blanco con grandes ojos rosados se cruzó ante ella. En realidad no había nada de extraño en ello y Alicia no se sorprendió ni siquiera cuando le oyó decir:
—¡Ay, Dios mío, qué tarde se me está haciendo!
Y aunque más tarde, al recordarlo, le chocó que no le hubiera sorprendido, lo cierto es que en aquel momento le pareció de lo más natural. Y fue entonces cuando el conejo sacó un reloj de bolsillo de su chaleco para consultar la hora, antes de echar a correr de nuevo, y solo entonces se dio cuenta la niña de que nunca en su vida había visto un conejo con chaleco ni, mucho menos, con reloj de bolsillo.
Alicia se levantó de un brinco y, muerta de curiosidad, corrió por la pradera hacia el lugar donde se encontraba el conejo, y llegó justo a tiempo de verle desaparecer por una gran madriguera que se abría al pie de un seto.
Y no tardó Alicia en seguirle, sin pararse a pensar cómo se las arreglaría para salir de allí."
Ahora que las aventuras de Alicia vuelven a estar de moda gracias a la película de Tim Burton recién estrenada, es un buen momento para volver sobre este maravilloso libro (en los dos sentidos). Ahí tenéis el comienzo, según la edición de Anaya. Y aquí tenéis el trailer de la película:
Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton
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