domingo, 11 de noviembre de 2012

Paseando por el diccionario



Por Celeste Santellán Fernández (1º ESO –E)


"Estaba aburrida, hacía viento. Decidí darme una vuelta por el diccionario. Empecé por la “A”, atravesé abad, abadía, abajo y me detuve en abalorio. Me enteré de que un abalorio es una cuenta de vidrio perforada que sirve para hacer collares. Giré hacia mi derecha, atravesé abdominal, abecedario, abedul, abeja, abejorro, ablandar y dirigí mis pasos a abnegado, que resultó ser una persona generosa, que se sacrifica y se dedica a algo sin esperar nada a cambio. Tropecé en abofetear, en abogado y en abolición, que es una anulación o suspensión de una costumbre o de una ley, pero en seguida vi abstemio delante de abstención y resultó que el tal abstemio era alguien que no bebe bebidas alcohólicas. Seguí con aerosol, afable, afán y decidí hacer una pausa en afín, que es algo próximo o semejante. Salté a amargar y amarrar, y como no me gustan las ataduras me fui a descansar."

(Apenas quedaban cinco minutos para que acabase la clase de Lengua. Habíamos estado viendo el “Uso del diccionario” (página 37 / unidad 2). El murmullo iba en aumento. Era la última hora de un día agotador y teníamos hambre. Fue entonces cuando la maestra levantó la voz y nos dijo: “para mañana los ejercicios 8, 9, 10, 11, 12…”. De ese ejercicio número 12, basado en un texto del escritor Juan José Millás, surge este breve relato que, al día siguiente, leí en voz alta y que a mi maestra Ángeles pareció gustarle.)