Invirtiendo el punto de vista, he aquí otra idea estimulante, a propósito de la relatividad especial: La distancia media a cualquier constelación es de más de doscientos años luz. Luego en el improbable caso de que algunos seres del lado de allá supieran que estamos aquí y pudieran vernos con sus potentes telescopios, sólo verían la luz que abandonó la Tierra hace doscientos años. No nos verían a ti o a mí, sino la Revolución Francesa.
Bill Bryson sigue la luminosa estela (muy apropiada aquí la metáfora) de los grandes divulgadores científicos anglosajones, esos que combinan rigor y amenidad. La lectura de este libro nos ayuda a levantar la vista, o a fijarla –es imposible- en lo más espacialmente insignificante: un protón. Nos ayuda a mirar con otros ojos lo que nos rodea y a nosotros mismos (lo que somos, pero también lo que nos ha llevado a ser lo que somos). La casualidad y la causalidad que han posibilitado nuestro mundo y nuestra vida.
“Bienvenido. Y felicidades. Estoy encantado de que pudieses conseguirlo. Llegar hasta aquí no fue fácil. Lo sé. Y hasta sospecho que fue algo más difícil de lo que tú te crees.” Es la frase que abre el libro y lo que sigue es una explicación de la dificultad y la maravilla.
Algo más sobre El Final: En última instancia somos átomos. Agrupados y organizados de una cierta manera para conformar lo que somos. Y tras el último aliento lo seguiremos siendo: “Cada uno de los átomos que tú posees es casi seguro que ha pasado por varias estrellas y ha formado parte de millones de organismos en el camino que ha recorrido hasta llegar a ser tú. Somos atómicamente tan numerosos y nos reciclamos con tal vigor que, un número significativo de nuestros átomos (…) probablemente pertenecieron alguna vez a Shakespeare (…), por mucho que lo desees, aún no puedes tener nada en común con Elvis Presley. Así que todos somos reencarnaciones, aunque efímeras. Cuando muramos, nuestros átomos se separarán y se irán a buscar nuevos destinos en otros lugares (como parte de una hoja, de otro ser humano o de una gota de rocío).”
Cómic: Daniel López Gutiérrez (guión) & Pablo Carretero Acién (dibujo). Texto: Manuel Gómez Hidalgo