viernes, 1 de abril de 2011

La muerte de la Estrella Polar

La Estrella Polar podría haberse apagado, informa Bill Bryson en su Breve historia de casi todo (RBA, 2003). Es una noticia impactante, no me digan. Su explosión pudo producirse en una fecha inconcreta entre el siglo XIV y mediados del siglo XIX. Luego lo que vemos de ella podría no ser más que su brillo luminoso viajando por el espacio. Que el lugar del firmamento que nos orienta al Norte pueda no ser real, que vivamos guiados por una ilusión (una sombra, una ficción) es una idea emocionante, ¿no?, bueno… a mí me lo parece, y con unas enormes posibilidades literarias.

Invirtiendo el punto de vista, he aquí otra idea estimulante, a propósito de la relatividad especial: La distancia media a cualquier constelación es de más de doscientos años luz. Luego en el improbable caso de que algunos seres del lado de allá supieran que estamos aquí y pudieran vernos con sus potentes telescopios, sólo verían la luz que abandonó la Tierra hace doscientos años. No nos verían a ti o a mí, sino la Revolución Francesa.

Bill Bryson sigue la luminosa estela (muy apropiada aquí la metáfora) de los grandes divulgadores científicos anglosajones, esos que combinan rigor y amenidad. La lectura de este libro nos ayuda a levantar la vista, o a fijarla –es imposible- en lo más espacialmente insignificante: un protón. Nos ayuda a mirar con otros ojos lo que nos rodea y a nosotros mismos (lo que somos, pero también lo que nos ha llevado a ser lo que somos). La casualidad y la causalidad que han posibilitado nuestro mundo y nuestra vida.

“Bienvenido. Y felicidades. Estoy encantado de que pudieses conseguirlo. Llegar hasta aquí no fue fácil. Lo sé. Y hasta sospecho que fue algo más difícil de lo que tú te crees.” Es la frase que abre el libro y lo que sigue es una explicación de la dificultad y la maravilla.

Algo más sobre El Final: En última instancia somos átomos. Agrupados y organizados de una cierta manera para conformar lo que somos. Y tras el último aliento lo seguiremos siendo: “Cada uno de los átomos que tú posees es casi seguro que ha pasado por varias estrellas y ha formado parte de millones de organismos en el camino que ha recorrido hasta llegar a ser tú. Somos atómicamente tan numerosos y nos reciclamos con tal vigor que, un número significativo de nuestros átomos (…) probablemente pertenecieron alguna vez a Shakespeare (…), por mucho que lo desees, aún no puedes tener nada en común con Elvis Presley. Así que todos somos reencarnaciones, aunque efímeras. Cuando muramos, nuestros átomos se separarán y se irán a buscar nuevos destinos en otros lugares (como parte de una hoja, de otro ser humano o de una gota de rocío).”

Cómic: Daniel López Gutiérrez (guión) & Pablo Carretero Acién (dibujo). Texto: Manuel Gómez Hidalgo