El IES Murgi celebra, cada año, el Día de la Paz para recordarnos a nosotros mismos lo frágil que es mantenerla. Estos son los días en que, en las clases de Música o de Inglés, suele sonar la melodía y la letra de ‘Imagine’, de John Lennon. Nos recordamos con canciones, con lecturas, con carteles como los que aquí reproducimos… que debemos aspirar a crecer sin fanatismos, como el que le costó la vida a Mahatma Gandhi el 30 de enero de 1948. O como el que le costó la vida a Martin Luther King el 4 de abril de 1968. O como el que le costó la vida a Sadako Sasaki, recordada especialmente este año en nuestro centro, gracias a una iniciativa de Rosa Aguilera, profesora de Religión. Sadako tenía dos años cuando arrojaron una bomba atómica sobre la ciudad en la que vivía, Hiroshima. Nueve años después enfermaba de leucemia y, antes de que le llegara la muerte, quiso cumplir una vieja tradición oriental, según la cual si uno alcanzaba a realizar mil grullas de papel le sería concedido un deseo. A Sadako no le dio tiempo a alcanzar esa cifra, pero sus compañeros de escuela completaron la tarea. Y nosotros, 56 años después, también lo hacemos.
lunes, 31 de enero de 2011
(Casi) mil grullas en el Día de la Paz
El IES Murgi celebra, cada año, el Día de la Paz para recordarnos a nosotros mismos lo frágil que es mantenerla. Estos son los días en que, en las clases de Música o de Inglés, suele sonar la melodía y la letra de ‘Imagine’, de John Lennon. Nos recordamos con canciones, con lecturas, con carteles como los que aquí reproducimos… que debemos aspirar a crecer sin fanatismos, como el que le costó la vida a Mahatma Gandhi el 30 de enero de 1948. O como el que le costó la vida a Martin Luther King el 4 de abril de 1968. O como el que le costó la vida a Sadako Sasaki, recordada especialmente este año en nuestro centro, gracias a una iniciativa de Rosa Aguilera, profesora de Religión. Sadako tenía dos años cuando arrojaron una bomba atómica sobre la ciudad en la que vivía, Hiroshima. Nueve años después enfermaba de leucemia y, antes de que le llegara la muerte, quiso cumplir una vieja tradición oriental, según la cual si uno alcanzaba a realizar mil grullas de papel le sería concedido un deseo. A Sadako no le dio tiempo a alcanzar esa cifra, pero sus compañeros de escuela completaron la tarea. Y nosotros, 56 años después, también lo hacemos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario